In the tangled nights of shadow, Sid, chained by the power against the dark souls that lurked from the abysses, awaited with unease in the recesses of the realm. A sinister silence hung over the shadows, disturbed only by the cursed whisper of the Sickers, creatures of the twilight who reveled in the misery sown by Sagarus.

Sid, gifted with a perception beyond human, saw through the veils that separated the tangible world from the occult. He heard the ominous murmurs that danced in the nocturnal breeze and discerned the twisted intentions of those nightmare beings. When their malevolence became unbearable, when the darkness of their dark souls threatened to devour the peace of the realm, Sid's wild instinct propelled him into confrontation, into fierce battles that brushed the border between life and death.

This eternal strife, this curse imposed upon him, had become his fate, a legend whispered with fear and awe in the streets and alleys of the realm. Sid, chained by the power against the dark souls, stood as a solitary guardian in the eternal battle against the unfathomable darkness.

En las enmarañadas noches de umbría, Sid, encadenado por el poder contra las almas oscuras que acechaban desde los abismos, aguardaba con inquietud en los recovecos del reino. Un silencio siniestro se cernía sobre las sombras, turbado únicamente por el susurro maldito de los Sickers, criaturas de la penumbra que se regocijaban en la desdicha que sembraba Sagarus.

Sid, dotado con una percepción más allá de lo humano, veía a través de los velos que separan el mundo tangible del oculto. Escuchaba los murmullos funestos que danzaban en la brisa nocturna y discernía las intenciones retorcidas de aquellos seres de pesadilla. Cuando su malignidad se volvía insoportable, cuando la oscuridad de sus almas oscuras amenazaba con devorar la paz del reino, el instinto salvaje de Sid lo empujaba hacia la confrontación, hacia luchas encarnizadas que rozaban la frontera entre la vida y la muerte.

Esta eterna contienda, esta maldición impuesta sobre él, se había convertido en su destino, en una leyenda susurrada con temor y asombro en las calles y callejones del reino. Sid, el encadenado por el poder contra las almas oscuras, se erguía como un guardián solitario en la batalla eterna contra la insondable oscuridad.Por las noches, Sid espera en las sombras, con templanza, a pesar del caos en el reino, pero también es donde se esconden los Sickers; entidades del Inframundo que roban almas inocentes para alimentar la locura desatada por Sagarus.

Sid fue bendecido con un sexto sentido, puede verlos y escucharlos todo el tiempo, percibir sus intenciones y cuando se vuelven hostiles, su instinto animal lo lleva a duras batallas, a veces casi hasta la muerte.

Una eterna batalla, una maldición o una adicción... eso lo convierte en una leyenda.